Los quirópteros o murciélagos son un orden de mamíferos placentarios caracterizados porque sus extremidades superiores se les desarrollan como alas.
Constituyen uno de los grupos de mamíferos con mayor número
de representantes en nuestro planeta. Cerca de mil especies de murciélago han
colonizado con éxito islas y desiertos, selvas y ciudades, campos y montañas.
Excepto en las regiones polares y unas cuantas islas oceánicas, hay murciélagos
en todo el mundo.
Son los únicos mamíferos capaces de volar, se han extendido por casi todo el mundo y han ocupado una gran variedad de nichos ecológicos diferentes. Desempeñan un papel ecológico vital como polinizadores y también desarrollan un importante papel en la dispersión de semillas; muchas plantas tropicales dependen por completo de los murciélagos .
Tienen las patas anteriores transformadas en alas y más de la mitad de especies conocidas se orientan y
cazan por medio de la ecolocación. Cerca
de un 70% de las especies son insectívoras y
la mayor parte del resto frugívoras; algunas se alimentan de pequeños vertebrados como
ranas, roedores, aves, peces, otros
murciélagos o, como en el caso de los vampiros (subfamilia Desmodontinae), de sangre.
Su tamaño varía desde los 29–33 mm de longitud y
2 g de peso del murciélago moscardón (Craseonycteris thonglongyai),
a los más de 1,5 m de longitud y
1,2 Kg de peso del zorro volador filipino (Acerodon
jubatus).
Lo que
más llama la atención de los murciélagos
es su peculiar sistema de orientación, basado en la ecolocación, el mismo
principio en que se inspiran nuestros sonares: emitiendo sonidos y
recogiéndolos después de rebotar en presas y obstáculos, el murciélago es capaz
de volar y cazar sin vacilación incluso en la más tenebrosa y negra de las
noches.
La
ecolocación en los murciélagos consiste en la orientación por medio del eco de
los sonidos que previamente emiten los animales. Para poder emitir esos
ultrasonidos, los murciélagos disponen de una laringe de fuerte musculatura y
de unas cuerdas vocales muy desarrolladas.
En general, son cuatro los tipos
diferentes de sonido que los quirópteros pueden emitir:
- Los verdaderos ultrasonidos, que, según las
especies, son de cadencias y número de impulsos variables, no excediendo
en general las ondas ultrasónicas de los dos o tres metros y pudiendo
permitir al murciélago la distinción entre una presa viva y un objeto
inerte de tamaño semejante;
- Un grito de atención y alarma, en general,
audible por el ser humano, con una frecuencia de unos siete kilociclos.
- Una especie de ronquido emitido también en
situación de alerta.
- Un suave tric o cric,
rápido, de difícil interpretación y prácticamente inaudible por el hombre.
Las alas
de los murciélagos son superficies tan finas como el papel, de piel elástica,
que van desde la barriga y la espalda hasta las patas y la cola. La piel lleva
fibras musculares, conductos sanguíneos y nervios.
El
murciélago abre sus alas extendiendo los brazos y los esbeltos huesos de las
manos que refuerzan las alas. Durante el vuelo, el murciélago agita sus alas
usando sus grandes músculos pectorales. Las alas del murciélago no se mueven
simplemente de arriba a abajo. Los dos extremos delanteros de las alas forman
una elipse en el aire al bajar hacia la espalda, vuelven hacia delante y se
elevan otra vez por encima de la cabeza.
En
función de su tamaño, los murciélagos pueden batir sus alas de 12 a 18 veces
por segundo. Una vez que ha ganado velocidad mediante el aleteo, el murciélago
también puede continuar su vuelo planeando.
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